¿Cómo conocemos las ciudades? ¿Qué nos moviliza? ¿Qué recordamos de ellas? ¿Monumentos? ¿Museos? ¿Somos simples turistas? ¿O vivimos la ciudad como una experiencia? El arte es parte de la ciudad; una manera de crear nuevos recorridos, formas de vida y guías que nos lleven a identificar espacios y momentos únicos que se viven en ella. El arte no solo está en los museos, sino también en las calles, en los muros y edificios que conforman la ciudad. El espacio público dialoga con la expresión artística; con personas, barrios, urbes y un mundo que se relaciona y que crea nuevos modos de comunidad, dentro de una cultura que está atenta y comprende nuestros contextos y ecosistemas.
Intervenir la ciudad supone un diálogo con el espacio, entender el lugar en que nos situamos, sus necesidades, problemas y oportunidades. Accionar las calles a partir del arte, requiere entender los contextos, habitantes, comercio y modos de habitar; investigar con el objetivo de concebir la ciudad como un laboratorio en el cual crear dispositivos que vayan más allá de lo ornamental, que sirvan para conectar, reunir, reflexionar, y repensar nuestra manera de movernos.
Las Plazas de Bolsillo surgieron como una iniciativa del Gobierno Regional, con el objetivo de recuperar espacios perdidos, revitalizándolos por medio de contenido social, económico y cultural. Exhibir una intervención artística que conversara conceptualmente con el territorio, fue el motor principal de “Luchín”, proyecto emplazado en Santiago, exactamente entre Santo Domingo esquina Teatinos. La iniciativa no solo buscó incentivar el uso de un espacio de recreación para los niños y familias que habitaban el sector, sino también transformar y generar mejoras en una zona altamente conflictiva, abandonada y de gran foco delictual. Inspirado en la canción de Víctor Jara, el artista Dasic Fernández creó esta obra de 900 metros cuadrados; un homenaje a la infancia, su belleza, vulnerabilidad y que los adultos deben resguardar y proteger. El proyecto significó el puntapié inicial de un largo proceso de intervenciones y producciones de arte en el espacio público, gestionados y curados por el Estudio Creativo Lira Arte Público, permitiéndonos entender desde la responsabilidad y la experiencia del hacer, que debemos tener la convicción necesaria para generar proyectos que aporten y nutran la ciudad.
“El museo de todos” realizado el 2016 fue un proyecto que permitió resignificar la mirada que las autoridades tenían del arte urbano, rompiendo barreras, ingresando a la academia y haciendo una convivencia entre el arte museístico y el desarrollado en las calles. Justo en momentos que el Museo Nacional de Bellas Artes restauraba su fachada, se realizó el cierre perimetralmente del exterior, instando con ese gesto a preguntarnos cuál es el lugar del arte. El Parque Forestal dio una respuesta explícita a la interrogante: el entorno también lo resguarda; consiguiendo con esto la primera exposición de arte urbano realizada en el Museo de Arte Contemporáneo, pero en su espacio natural: los exteriores del mismo edificio. Los graffiteros Víctor de la Fuente (Grin), y Nelson Rivas (Cekis), trabajaron sobre 480 m2 de pared. El resultado creó un puente entre el arte y el espacio público, resolviendo un problema práctico, complejo y sensible: cómo habitar y proteger nuestra ciudad y al mismo tiempo cómo hacer convivir el arte museístico y el urbano, alejándolo de estigmatizaciones y vandalismos.
“Festival Urbano Barrio Arte”, realizado el año 2018, nació con el fin de promover el contenido cultural y territorial que comparten el Museo de Bellas Artes, Museo Contemporáneo, Museo de Artes Visuales y el Centro Cultural Gabriela Mistral, a través de un circuito de seis murales, que conversan y piensan el territorio que los une. Desarrollado en el casco histórico de Santiago, tuvo un alcance total de 750m² que dieron visibilidad a un eje que antes no era evidente. “Jugador de palín”, de Francisco Maturana; “Buscando la verdad”, de Jade; “La mujer sin fronteras”, del colectivo uruguayo Licuado, “El jardín de Gabriela”, de STFI, además de dos murales creados por Inti y Mono González, hicieron entender cómo utilizar las intervenciones públicas como herramientas capaces de construir zonas más armónicas, que acogieran las demandas de espacios urbanos que se ajusten a las demandas de la comunidad, impulsaran las dinámicas sociales de estos tiempos e incentivaran el intercambio cultural. La iniciativa fue una manera de entender la ciudad, unir dos barrios –Lastarria y Bellas Artes-, interactuar con los vecinos, conocer su comercio, maneras de relacionarse y conectar mundos, a partir de un circuito artístico-urbano.
Desde la aparición del COVID la ciudad se transformó en un laboratorio de nuevas maneras de convivencia. Post confinamiento propició la discusión sobre la recuperación de los espacios públicos y de la reconfiguración del mapa social, cultural y urbano. ¿Es posible mejorar la calidad de vida a través del arte? ¿Eliminar el temor a los espacios públicos? ¿Contribuir a una mejor salud mental de la población? “Reencuentro: Arte, Ciudad y Naturaleza” fue una respuesta a estas interrogantes. Utilizando el arte como herramienta de urbanismo táctico, se realizaron dos mega obras pictóricas, de 2700 metros cuadrados totales, ubicadas en el acceso norte del Parque Metropolitano. El trabajo fue implementado por dos consolidados actores de la escena: Cekis y Anis. La intervención devolvió el entorno a la gente, después del cierre de seis meses del parque público más grande de Latinoamérica, Parquemet; a partir de la exploración de nuevos soportes, como el trabajo sobre piso; y encontrando una solución para el resguardo de la población, propiciando la seguridad, ubicación y distanciamiento, sin perder la idea de encuentro, a partir de señaléticas claras, visibles y coherentes con el espacio público.
Son tiempos rápidos que necesitan de acciones que se muevan en la misma velocidad. El activismo proporciona una dimensión política, artística y arquitectónica que reconfigura la vida urbana.
La articulación de la ciudad es posible, a partir de la creación de espacios de encuentro, visibilidad y reflexión para la ciudadanía. Un ejemplo de esto fue “La Plaza de Todas”; proyecto que con 380 m², fue diseñado, e implementado con la clara idea de reflejar la relevancia y necesidad de visibilizar el feminismo, la noción de colectividad y nuestras formas de concernir estos tiempos y contextos, que necesitan de la convivencia y el cruce del arte y el espacio público para obtener respuestas. La articulación pública-privada fue fundamental, crear un puente entre GAM y Metro, permitió crear un relato que iba de adentro hacia afuera, desde el transporte urbano a la calle y al interior espacios privados; creando una experiencia de múltiples soportes, que implicó pinturas al interior del metro, en el exterior de él, y una exposición en el espacio expositivo de Estudio Creativo Lira Arte Público, ubicado en el GAM, lo cual permitió construir las narrativas necesarias para sensibilizar y poner en valor temas fundamentales del feminismo.
Estos ejemplos nos brindan entendimientos y dimensiones de cómo el arte en los espacios públicos se ha convertido en uno de los principales movimientos artísticos del siglo XXI; transformándose en un catalizador para los procesos de renovación urbana; gestando experiencias colectivas, sirviendo como medio para unir a la gente, brindando mejoras en la percepción urbana, reuniendo a los actores relevantes para generar cambios positivos y, sobre todo, teniendo una mirada objetiva, responsable y coherente con la ciudad.